miércoles, 30 de enero de 2013

¿Y QUIÉNES SON LOS DICHOSOS MERCADOS FINANCIEROS?



Leyendo la edición impresa de El País de hoy, una noticia me ha llamado la atención: "La inversión extranjera en la deuda pública de España sufre una caída récord en 2012". Ya sabía que el mercado de deuda pública española está muy concentrado en España, pero hasta ahora no había visto datos concretos. Y esto me ha llevado a pensar que mucha gente no sabe lo que realmente son los mercados financieros. Como hace unos días dediqué una entrada a explicar lo que es la prima de riesgo, vamos hoy a hablar de los mercados donde se genera esa prima de riesgo, o más bien de quiénes integran esos mercados de los que tanto oímos hablar.




En primer lugar, por tanto, vamos a analizar muy brevemente qué agentes operan en los mercados financieros:
  1. Bancos y compañías de seguros: ambas entidades intentan obtener rentabilidad de las masivas cantidades de las que disponen. Aunque la inversión especulativa en los mercados financieros no debería ser la prioridad de los bancos, la búsqueda incesante de mayores beneficios ha desplazado su principal foco de actividad a dichos mercados, en una actividad mucho más rentable pero también mucho más arriesgada.
  2. Fondos de inversión: los fondos de inversión son entidades o sociedades cuya única misión es invertir, es decir, comprar y vender activos financieros (acciones, divisas, títulos de deuda pública, productos derivados...) con el fin de obtener beneficios para sus socios o clientes. Estos fondos mueven miles de millones de dólares al año sin despeinarse. Entre los fondos de inversión destacan los Hedge Funds, también llamados Fondos de Inversión Libre o Fondos de Alto Riesgo, auténticos gigantes que mueven cifras colosales.
  3. Fondos de Pensiones: los fondos de pensiones gestionan inmensas cantidades de dinero que van siendo depositadas por sus titulares para percibir en el futuro una pensión. En países como España aún no son muy habituales, pero sus dimensiones en países como Estados Unidos o Japón son realmente gigantescas. Los gestores de estos fondos invierten en bonos, acciones y divisas tratando de conseguir una rentabilidad razonable para que, cuando las familias se jubilen, reciban la mayor cifra posible. Por supuesto, es de vital importancia salvaguardar el dinero de los fondos de pensiones, ya que hay que garantizar que los ahorros de toda una vida no se pierdan, de ahí que los fondos de pensiones sean especialmente sensibles a los rumores que avisen de la inestabilidad de un país, como mencionamos en nuestra entrada sobre la prima de riesgo.
  4. Países con grandes excedentes a causa de sus superávits, como China, India, Brasil, Rusia o Noruega.

Por su tamaño y su naturaleza como personas jurídicas, ajenas a cualquier tipo de inversión productiva, los fondos de pensiones y de inversión y las compañías de seguros se denominan Inversores Institucionales. Su peso en los mercados financieros es enorme. Por ejemplo, en su último informe anual al accionista, el banco Santander declaraba que el 60 % de sus acciones están en manos de inversores institucionales.

lunes, 28 de enero de 2013

COOPERACIÓN Y SOLIDARIDAD EN LA EUROZONA: ¿UN OXIMORÓN? (2ª Parte)


La siguiente entrada es continuación directa de la publicada ayer. Sin embargo, he intentado que ambas partes sean autónomas, por lo que puedes empezar a leer directamente si lo deseas...

SIN POLÍTICAS ECONÓMICAS PROPIAS Y SIN UNA POLÍTICA ECONÓMICA COMÚN DIGNA DE ESE NOMBRE, ¿QUÉ PASÓ EN LA ZONA EURO ANTES DE QUE ESTALLARA LA CRISIS?

Una moneda es un elemento de cohesión fundamental que requiere una estrecha coordinación de las políticas económicas desarrolladas en su área de influencia. Sin embargo, la única coordinación que se ha buscado entre políticas económicas es la que favorece la reducción del gasto público y la competencia entre los distintos países en detrimento de la cooperación entre ellos[1]. De este modo, en la Unión Europea se produjo una paradoja económica: una moneda única entre países enfrentados en una guerra comercial.

Así, desde su nacimiento, en la zona euro se asistió a un aumento de las disparidades entre dos grupos de países con estrategias económicas insostenibles a largo plazo:
•         Los países del norte (Alemania, Países Bajos, Finlandia, Austria) llevaron a cabo una reducción salarial y del gasto público con el fin de ganar competitividad y un superávit de sus cuentas públicas (por ejemplo, entre 2000 y 2007 la importancia relativa de los salarios en el PIB se redujo cuatro puntos en Alemania y cinco en Austria).
En realidad, lo que estaban llevando a cabo Alemania y Austria era una devaluación interna. Uno de los instrumentos más utilizados para ganar competitividad frente a otros países es la devaluación de la moneda, ya que las exportaciones serán más baratas y las empresas nacionales incrementarán sus ventas. Sin embargo, esta medida no se puede llevar a cabo cuando ya no se dispone de política monetaria propia; en este caso, si se lleva a cabo una política muy restrictiva en lo social y en materia laboral que conduzca a una bajada generalizada de los salarios se obtendrán resultados muy similares a los de la devaluación de la moneda: las exportaciones serán más baratas y las empresas nacionales incrementarán sus ventas. Eso sí, este mismo resultado se conseguirá infringiendo un gran sufrimiento a la población.
Esta política no sólo se llevó a cabo a costa de un gran sufrimiento del pueblo alemán y austríaco, sino que también perjudicó a la economía de países como España en la medida en que disminuían sus exportaciones tanto por la pérdida de compradores (la caída de la demanda alemana se dejaba notar en las exportaciones españolas) como por la pérdida de competitividad.
•         Los países periféricos (España, Grecia, Irlanda) alcanzaron crecimientos muy notables, impulsados por tipos de interés demasiado bajos que dieron lugar a burbujas inmobiliarias. Estos tipos de interés tan bajos eran una consecuencia del inadecuado diseño de la zona euro. En un momento en que Alemania necesitaba un gran impulso debido a los problemas que atravesaba por culpa de su reunificación, se bajaron los tipos de interés (siguiendo una política monetaria expansiva, como se ha señalado al principio del artículo).
Sin embargo, en países como España, una bajada de tipos unida a la sensación de seguridad que proporcionaba el euro frente a la peseta dio lugar a un aluvión de capitales que hincharon una burbuja de proporciones colosales. Y no debe extrañarnos lo más mínimo que un aluvión de capitales provoque una burbuja; el dinero es como cualquier bien sólido, líquido o gaseoso: busca la salida más fácil, y es mucho más fácil especular y obtener beneficios inmediatos que poner en marcha una actividad productiva y esperar a que los beneficios cosechados al cabo de los años compensen la inversión efectuada.
Un caso particular sería el de Irlanda, en el que a la formación de una burbuja se sumó la puesta en práctica de un auténtico dumping fiscal[2] para atraer empresas de los países vecinos (como ya vimos en una entrada anterior, mientras que el tipo del Impuesto de Sociedades en España rondaba el 30 %, en Irlanda era del 12 %).

Así, en 2007, justo antes de que estallara la crisis, había países que tenían amplios superávits comerciales: Alemania (7’5 % del PIB), Países Bajos (6’7 %), Finlandia (4’2 %), Austria (3’5 %) y Bélgica (3’3 %) frente a otros que tenían grandes déficits comerciales: Grecia (-14’4 % del PIB), Portugal (-10’1 %), España (-10 %) e Italia (-2’4 %). Se podía decir que los 350.000 millones de euros de superávit de los países del norte financiaban los 256.000 millones de déficit de los países mediterráneos.



domingo, 27 de enero de 2013

COOPERACIÓN Y SOLIDARIDAD EN LA EUROZONA: ¿UN OXIMORÓN? (1ª Parte)


Un oximorón es una figura retórica que se caracteriza por utilizar dos conceptos opuestos en una misma expresión (paz armada, inteligencia militar, sonido sordo...). En la siguiente entrada me gustaría reflexionar sobre cómo el diseño de euro no sólo estranguló las políticas monetarias de los países que accedieron a la moneda única, sino sobre cómo los pasos que se han seguido desde entonces (antes y después de la crisis) han impedido una auténtica coordinación entre las políticas económicas de la eurozona y han socavado los principios de solidaridad y cooperación.
Se puede decir por tanto que hablar del euro, de políticas económicas nacionales, de cooperación y de solidaridad en la eurozona se ha convertido en un oximorón.














ANTES DE NADA, ¿SABES CUÁLES SON LAS HERRAMIENTAS DE LA POLÍTICA ECONÓMICA?

Siempre me gusta que quien lea mis entradas tenga toda la información necesaria y pueda entenderlo todo sin necesidad de tener ningún conocimiento específico. Sin embargo, a veces este propósito hace que las entradas se alarguen más de lo conveniente. En el siguiente post se habla mucho de política económica, de política fiscal y de política monetaria. Si necesitas una pequeña introducción para abordar estos conceptos, lee el siguiente recuadro y después continúa con el artículo. Si ya sabes lo que son esos conceptos, puedes leer el artículo sin problemas...




Y AHORA QUE SABES LO QUE ES LA POLÍTICA ECONÓMICA, ¿SABES CÓMO AFECTÓ LA CREACIÓN DEL EURO A LAS POLÍTICAS ECONÓMICAS DE CADA PAÍS?

sábado, 26 de enero de 2013

"AY SUIZA, PATRIA QUERIDA"

Un poco de humor a cargo de Forges y Luis Eduardo Aute con una canción que, a pesar de ser el año 1976, podía haberse escrito ayer mismo, ¿verdad, señor Bárcenas? ¿verdad, señor Granados?


miércoles, 23 de enero de 2013

¿QUEDA ALGUIEN QUE NO SEPA LO QUE ES LA PRIMA DE RIESGO?


Llevo unos días queriendo escribir sobre la deriva neoliberal en la que está inmersa desde hace más de veinte años la Unión Europea y sobre la decisiva contribución que han tenido los últimos tratados europeos en el empeoramiento de la crisis económica de los distintos países. El tema me parece muy interesante, sobre todo porque creo que la inmensa mayoría de los ciudadanos ignora hasta qué punto se están socavando los mismísimos principios de democracia y solidaridad en Europa.

Sin embargo, hasta dentro de unos días no podré ponerme a preparar ese post en serio, así que como miniaperitivo a esa futura entrada (o serie de entradas, si el artículo se alarga y tengo que dividirlo en capítulos), para todos aquellos que aún no lo sepan, explicaré brevemente qué es la prima de riesgo y por qué todo el padecimiento que estamos sufriendo por ella es culpa de Europa.
 


Como cualquier agente económico, el Estado tiene una serie de gastos e ingresos. Se supone que los ingresos han de ser suficientes para cubrir los gastos, pero por distintos motivos esto no es así:
•         el Estado puede realizar una serie de inversiones en infraestructuras cuyo coste es muy elevado y no podría desembolsarse de una vez.
•         el Estado tiene que realizar pagos mensuales como las pensiones, el salario de los funcionarios o las prestaciones por desempleo mientras que la liquidación de muchísimos impuestos tiene plazos más largos (por ejemplo, el IVA se liquida trimestralmente y el Impuesto de Sociedades anualmente), por lo que no tendría liquidez para hacer frente a esos pagos (no tendría cash, que diríaCarmen Lomana).
•         y, por supuesto, también cabe la posibilidad de que el Estado haya derrochado el dinero de forma irresponsable y populista y no pueda sufragar todos sus gastos con los impuestos.

Sea como sea, la cuestión es que los impuestos no bastan para sufragar todas las necesidades de dinero y/o liquidez del Estado. Para obtener ese dinero o liquidez suplementaria, los distintos países venden obligaciones en los mercados financieros. Una obligación es un título cuyo emisor se convierte en deudor de quien compre dicho título por un importe igual al valor nominal de la obligación más unos intereses. Las obligaciones que emiten los países (o entes territoriales como las comunidades autónomas) se denominan deuda pública.

El interés de la obligación no es otra cosa que el “precio” que hay que pagar por financiarse. Este interés no lo fija cada estado, sino que lo determina el funcionamiento del mercado como ocurre con cualquier bien. En los mercados financieros, este interés depende de varios factores, pero el más importante es la “fiabilidad” del emisor, es decir, la confianza que el país emisor del título inspire en los posibles compradores. Si a juicio de los inversores un país no es “fiable”, exigirán más intereses para compensar el riesgo que asumen al prestarle dinero.

Como Alemania es la economía más potente de Europa, se utiliza como referencia para medir la marcha de los demás países y poner precio a sus respectivos títulos de deuda pública. De este modo, la famosa prima de riesgo no es otra cosa que la diferencia que hay entre el interés que se paga por el bono español con vencimiento a diez años y el bono alemán. Esta diferencia se mide en centésimas de puntos porcentuales, que se denominan “puntos básicos”. Así, si la prima de riesgo es de 354 puntos, eso significa que el interés del bono español a diez años está 3’54 puntos porcentuales por encima que el del bono alemán (si el interés del bono alemán fuera del 1’58 %, el del bono español sería entonces del 5’12 %).

domingo, 20 de enero de 2013

MANIFIESTO DE LOS ECONOMISTAS ATERRADOS


No hace mucho, el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, admitió que dicho organismo había cometido un error al exigir tantos recortes a los gobiernos europeos, ya que no había previsto que la austeridad acabaría con el crecimiento.


Lo llamativo de esta noticia es que fue la primera vez que un alto cargo de La Troika[1] admite abiertamente que las políticas de austeridad son negativas para la economía, pero son muchísimos los economistas que critican el rumbo seguido por la política económica en Europa. Al margen de numerosos casos individuales, en abril de 2012 se presentó la iniciativa Economistas Frente a la Crisis, en la que participan autores como Jorge Fabra Utray, Juan Ignacio Bartolomé, Alfonso Prieto o Mauro Lozano, por poner unos pocos ejemplos.

Otra iniciativa muy activa es la del movimiento ATTAC, nacido en Francia en 1998 pero que se ha desarrollado extraordinariamente a raíz de la crisis. En España, ATTAC se organiza en asociaciones radicadas en las distintas comunidades autónomas. En este proyecto participan economistas, sociólogos y periodistas como Vicenç Navarro, Juan Torres López, Alberto Garzón Espinosa, Juan Hernández Vigueras o Federico Mayor Zaragoza, entre muchos otros.

Y seguramente, una de las iniciativas que ha tenido más repercusión internacional sea la de los Economistas Aterrados, un colectivo de economistas franceses que el 16 de septiembre de 2010 manifestaban en Le Monde lo siguiente:

“La crisis económica y financiera que sacudió el mundo en 2008 no ha debilitado el dominio de los esquemas de pensamiento que orientan las políticas económicas desde hace treinta años. El poder de las finanzas no ha sido desafiado. En Europa, por el contrario, los Estados, bajo la presión de las instituciones europeas e internacionales y de las agencias de calificación, aplican con un vigor renovado programas de reformas y ajustes estructurales que ya mostraron en el pasado su capacidad de acrecentar la inestabilidad económica y las desigualdades sociales.”

El movimiento de los economistas aterrados se fraguó en una charla entre cuatro economistas galos -Philippe Askenazy, Thomas Coutrot, André Orléan y Henri Sterdyniak- después de que, tras el derrumbe de Grecia, los gobiernos europeos se pusieran a aprobar planes de austeridad y recortes sociales. Estos autores escribieron un documento al que titularon Manifiesto de los Economistas Aterrados en el que denunciaban las diez falsedades que, a pesar de la crisis, siguen inspirando las decisiones de política económica en Europa.



Personalmente, suscribo por completo el manifiesto (de hecho, soy unos de los miles de firmantes del mismo). Con este post intento aportar mi humilde granito de arena a la difusión de las ideas que sustentan este manifiesto. Las diez falsedades que se señalan en el mismo son las siguientes:

miércoles, 16 de enero de 2013

POR QUÉ LA SANIDAD NO PUEDE SER SUMINISTRADA POR EL MERCADO


Un tema de candente actualidad es la privatización de la sanidad. Recientemente, la Asamblea de Madrid aprobó la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos de la Comunidad de Madrid de 2012, que abre la puerta a la privatización de la gestión de seis hospitales públicos y un 10 % de los centros de salud de la región.
El principal argumento de los defensores de la privatización de la sanidad es el mismo que sostienen para todos los ámbitos de la economía: los mercados libres y sin trabas gubernamentales son eficientes y, en todo caso, si aparecen errores siempre será mejor la regulación natural del mercado que la intervención de un Estado que actúa torpemente.
Desde mi punto de vista, aunque opino que los mercados han de ser la base de cualquier economía próspera, está claro que no se cumplen las condiciones suficientes para que funcionen de forma óptima. En determinados sectores, como ocurre en la sanidad, las particularidades propias de la actividad que se desarrolla son tales que es imposible asignarla eficaz y eficientemente a través del mercado.
En el siguiente post, intentaré explicar las razones económicas por las que el sector de la sanidad no puede ser gestionado por el mercado. Para ello, me basaré en un famoso artículo escrito en 1963 por el economista estadounidense Kenneth Arrow (premio Nobel de Economía en 1972), en el que justificaba y explicaba las peculiaridades de la sanidad como actividad económica:
  1. En primer lugar, afirma Arrow, al contrario que con otros bienes como la ropa, los alimentos o los automóviles, la demanda de servicios sanitarios es irregular e imprevisible. Podemos pasar años sin pisar un hospital y, por culpa de un accidente o una enfermedad sobrevenida, necesitar de repente y con urgencia una costosísima operación seguida de un no menos costosísimo tratamiento. Por supuesto, dado lo imprevisible y/o repentino de estos casos, lo normal es que una persona corriente no dispusiese de los fondos necesarios para pagar esos tratamientos.
Suponiendo que las personas somos sujetos racionales (algo que, no nos engañemos, es mucho suponer), una solución a este problema podría ser que cada persona ahorrase un capital a lo largo de su vida para hacer frente a estos gastos. Sin embargo, esto no serviría para las personas jóvenes, a los que no les habría dado tiempo a reunir el ahorro suficiente.
Otra opción sería que los hospitales y centros de salud permitieran “financiar” el coste de sus servicios, como hacen los vendedores de coches, casas o electrodomésticos; sin embargo, esta medida tampoco ofrece una solución óptima. Supongamos que el enfermo muere. En muchísimos casos, la culpa de esta muerte no es culpa del equipo médico, que sin duda habrá hecho todo lo posible para evitar este fatal desenlace. Seguramente, no sería justo dejar que el hospital o centro de salud corriera con los costes de la operación, pero… ¿acaso sería ético o estético obligar a una familia a pagar los costes de una operación que no ha servido para salvar a un ser querido?
Dados estos problemas, la única solución aparente a la imprevisibilidad de la demanda sanitaria sería establecer un sistema de seguros sanitarios. Este sistema, por supuesto, podría establecerse a través del mercado, pero esto implicaría otros problemas: la selección adversa y el riesgo moral.
•         La selección adversa implica que las personas con más probabilidades de enfermar (principalmente, mayores e individuos con problemas de salud) tendrán que suscribir seguros mucho más caros para cubrir todas las posibles contingencias. El mayor precio de estos seguros “expulsará” a muchas de estas personas del mercado y quedarán sin protección sanitaria. Del mismo modo, las personas aparentemente sanas no suscribirían ningún seguro y también quedarían desprotegidas.
La única solución a estos problemas sería que el Estado interviniese creando un seguro público (como ocurre en España) u obligando a suscribir seguros privados (como ocurre en Estados Unidos).
•         El riesgo moral implica que una vez que una persona esté cubierta por un seguro actuará de forma más despreocupada, acudiendo más al médico o haciendo un mayor uso de medicamentos, por lo que acabaría haciendo falta un control del uso de estos servicios o un racionamiento de los mismos.

    A diferencia de lo que ocurre con la selección adversa, el del riesgo moral tal y como lo formuló Arrow es un problema que se presenta tanto en ámbito de la sanidad privada como en el de la sanidad pública. De hecho, las recientes medidas impuestas por la Generalitat de Cataluña y la Comunidad de Madrid de imponer el pago de 1 € por receta tienen el nada disimulado propósito de frenar el supuesto abuso por parte de los usuarios al acudir al médico para que le recete medicinas a cargo de la Seguridad Social.
  1. En segundo lugar, sostiene Arrow, los servicios sanitarios no pueden probarse antes de utilizarse, como sí puede hacerse con un alimento, una prenda de vestir o un coche, por ejemplo. Una condición esencial para que los mercados actúen de forma eficiente es que la información sea inmediata y lo más amplia posible. Sin embargo, el sanitario es uno de los ámbitos en los que hay un mayor desequilibrio entre la información que maneja el demandante (el enfermo) y el oferente (el médico).
Por tanto, el paciente sufre serias limitaciones para comparar distintos servicios médicos y comparar sus resultados. Por si esto no fuera suficiente, la capacidad de raciocinio de un enfermo o accidentado puede estar seriamente limitada: aunque la enfermedad o el accidente no hayan mermado sus facultades mentales, el peligro de perder la vida no es el ámbito más adecuado para tomar decisiones difíciles.


Por estas razones, la sanidad es un sector cuyo funcionamiento no puede dejarse en manos del libre mercado como sí ocurre con otros sectores básicos como la alimentación o el ocio. De este modo, el sanitario es uno de los sectores más intervenidos en todas las economías del mundo. En muchos países, a través de estrictas regulaciones; en otros, siendo suministrada por el Sector Público.
En principio, la Comunidad de Madrid admite estos supuestos ya que no “liberaliza” el sector sanitario, sino que privatiza la “gestión” de los hospitales y centros de salud. Su argumento principal es que la gestión privada es, por definición, mucho más eficiente que la gestión pública. Sin embargo, esto plantea varios interrogantes:
a)    Cuando el dirigente de un partido político que lleva gobernando más de cuatro legislaturas en una administración afirma que la gestión pública no puede aspirar a ser más eficiente que la gestión privada, ¿no está reconociendo su propio fracaso?
b)    Dado que las empresas privadas que desarrollan una actividad buscan legítimamente obtener un beneficio, ¿es ético dejar que obtengan este beneficio en un servicio público tan vital como la sanidad teniendo en cuenta las implicaciones que puede tener un recorte de costes en esta actividad?
c)     Si el modelo de privatización de la gestión de la sanidad fracasa como ocurrió en la Comunidad Valenciana con el modelo Alzira, ¿correrá el contribuyente con los gastos? ¿cuál sería entonces el coste de esta gestión privada?



lunes, 14 de enero de 2013

LAS MULTINACIONALES Y LOS PRECIOS DE TRANSFERENCIA


La noticia del ERE que va a afectar a 258 trabajadores de la factoría de Roca en Alcalá de Henares, a pesar de que la compañía cerró 2012 con 20 millones de euros de beneficios, me ha hecho pensar en muchas de las prácticas llevadas a cabo por las multinacionales, algunas de las cuales he leído recientemente en el libro Los Amos del Mundo, de Vicenç Navarro y JuanTorres López.

Todo el mundo es consciente del chantaje que llevan a cabo estas multinacionales con la amenaza de la deslocalización, cuando amagan con trasladar sus factorías a países con mano de obra más barata para conseguir cuantiosas subvenciones, desgravaciones fiscales y otras ayudas por parte de los gobiernos locales. Quizás la gente no sea tan consciente del poder que las grandes multinacionales ejercen a través de numerosísimos grupos de presión o lobbies, que influyen notablemente en las decisiones de los gobiernos[1] y controlan los medios de comunicación[2].

Seguramente la gente tampoco conozca otro tipo de prácticas utilizadas muy corrientemente por las multinacionales, como la de los precios de transferencia. Este procedimiento, ampliamente extendido entre las multinacionales, se aplica cuando se compra el mismo producto en distintos países, y consiste en contabilizar los precios más altos o más bajos según dónde interese declarar los beneficios o calcular la base imponible más conveniente (por supuesto, independientemente de las cantidades reales compradas en cada país).

Así nos encontramos con casos como el de la empresa Apple, cuyo fundador Steve Jobs poco menos que ha sido ascendido a la categoría de Gran Héroe de la Historia de la Humanidad. A pesar de que sus ventas en España se multiplicaron por 14 en 2012, la declaración del impuesto de Sociedades le salió a devolver gracias a la práctica de los precios de transferencia. Como se puede leer en este artículo, Apple no hace más que comprarse a sí misma (concretamente, a una filial de la matriz Apple radicada en Irlanda) los ordenadores que venderá en España. Si lo hace a precios suficientemente altos como para que la venta a los consumidores españoles no sea rentable, obtendrá pérdidas en España mientras que cosechará grandes beneficios en Irlanda, donde casualmente el tipo impositivo del Impuesto de Sociedades es del 12 % (frente al 30 % español).

De este modo, es muy sencillo para una compañía incluso incurrir legalmente en pérdidas, con lo que el impuesto de sociedades le sale a devolver y consigue una nueva herramienta con la que presionar al gobierno de turno para obtener más ayudas a cambio de no cerrar una fábrica o despedir a cientos de trabajadores.

Aunque cabe la posibilidad de que los jueces y autoridades administrativas rechacen un expediente de regulación de empleo elaborado en estas circunstancias, mientras las normativas contables no sean más exigentes y sigan permitiendo que las multinacionales puedan consolidar balances y cuentas de resultados de su actividad en distintos países, es muy difícil probar legalmente si un expediente se ha emitido con mala fe. Por otra parte, prácticas como la descrita por Apple pueden ser muy reprobables moralmente pero son perfectamente legales mientras no se aprueben normativas que impidan distorsionar precios en beneficio propio.

Y para que las normativas legales y contables sean más exigentes con las multinacionales haría falta la aprobación de nuevas leyes mucho más restrictivas, leyes a las que por supuesto se opondrían con todas sus fuerzas los lobbies y grupos de presión controlados por estas multinacionales.

Con lo que volvemos al punto de partida…






[1] Se estima que en torno a la Comisión Europea existen entre 15.000 y 20.000 lobbies que invierten unos 3.000 millones de euros en influenciar a tal organismo. Una cifra similar de lobbies se calcula que actúan en Washington DC, y su influencia es inmensa a la hora de aprobar disposiciones medioambientales, comerciales o financieras.
[2] La enorme inversión en publicidad de las multinacionales las convierte en dueñas de facto de la opinión publicada. Por eso es tan raro encontrar en los medios líderes denuncias a las prácticas de las multinacionales por maltrato a sus trabajadores o al medio ambiente.
En otros casos, el control de los medios de comunicación es más directo, como ha ocurrido recientemente con el grupo PRISA.

domingo, 13 de enero de 2013

TODO LO QUE SIEMPRE QUISISTE SABER SOBRE EL ORIGEN DE LA CRISIS FINANCIERA INTERNACIONAL PERO NUNCA TE ATREVISTE A PREGUNTAR.CAPÍTULO 2.

donde se cuenta cómo unos tipos de interés demasiado bajos y una conducta imprudente por parte de los bancos hincharon una burbuja inmobiliaria y subieron los precios de la vivienda hasta niveles estratosféricos.


CAPÍTULO 2. La Gestación de la Burbuja Inmobiliaria

En 2001 explota la “burbuja puntocom”. Entre marzo de 2000 y octubre de 2002, el precio de las acciones de las empresas tecnológicas cae un 78% (una acción que en marzo de 2000 costara 50 €… ¡sólo costaba 11 € en octubre de 2002!). Estas pérdidas afectan al resto de la economía estadounidense, puesto que gran parte de las inversiones se habían realizado en el sector de la alta tecnología y quedaron paralizadas. En marzo de 2001, Estados Unidos entra en recesión.
Los ingresos de la mayoría de estadounidenses llevaban mucho tiempo estancados, así que no podía esperarse que el consumo de las familias reactivase la economía (entre 2000 y 2008, la mediana de ingresos de las economías domésticas estadounidenses –la cantidad de ingresos tal que la mitad de la población recibe unos ingresos superiores y la otra mitad unos ingresos inferiores– disminuyó un 4%)[1]. Las bajadas de impuestos a las clases más altas aprobadas por la administración Bush no sirvieron para reactivar la economía, por lo que la carga de devolverla a sus anteriores niveles de empleo recayó sobre la Reserva Federal[2], que bajó los tipos de interés del 6’5% en el que estaban en 2001 hasta el 1% en 2003[3].
Tener un hogar en propiedad ha sido siempre un elemento característico del sueño americano. Cuando los bancos empezaron a ofrecer hipotecas baratas, muchas personas se apresuraron a alcanzar ese sueño y se desató una auténtica fiebre de la vivienda. Más de cuatro millones de personas se convirtieron en propietarios. Hasta tal punto llegaba el desajuste al que condujo la fiebre inmobiliaria que entre dos tercios y tres cuartos del Producto Interior Bruto (PIB)[4] de Estados Unidos estaban relacionados con la vivienda.
Con tanta gente comprando viviendas, es normal que sus precios comenzaran a experimentar aumentos vertiginosos. De este modo, lo que acabaron haciendo los bajos tipos de interés fue sustituir una burbuja tecnológica por una burbuja inmobiliaria. Una burbuja es una situación en la que los compradores de un bien creen que los precios del mismo van a subir indefinidamente y que será muy rentable comprarlo pensando sólo en venderlo con mayor o menor rapidez.
A corto plazo, una burbuja puede ser una fuente de cuantiosos beneficios para las partes involucradas en la compra-venta del bien. En efecto, a medida que subían los precios de la vivienda, los propietarios podían hacer dinero con su casa, los promotores y constructores se enriquecían con la venta de un bien que se revalorizaba continuamente y los bancos concedían miles de hipotecas, una operación sencilla de la que extraían jugosas comisiones y que no tenía riesgo alguno al estar garantizada por bienes cuyo valor no paraba de crecer.
Un buen producto hipotecario habría tenido unos bajos costes de transacción y habría ayudado a la gente a gestionar el riesgo de comprar una vivienda. Sin embargo, como hemos visto, no eran esos los productos que ponían en circulación los bancos estadounidenses; al contrario, crearon unas hipotecas con elevadas comisiones y que incitaban a los compradores a correr más riesgos de los necesarios.
Con todo, el beneficio de cada hipoteca era menor de lo deseado dados los bajos tipos de interés. Aprovechando el boom inmobiliario, las entidades bancarias intentaron compensar los bajos márgenes aumentando el número de operaciones y vendiendo el máximo número posible de hipotecas (además, se generalizó la práctica de ofrecer hipotecas del 100%, ya que con las expectativas de subidas en el precio de la vivienda, en pocos meses las casas valdrían más que las hipotecas sin mayor problema).
Buscando ampliar su mercado, comenzaron a ofrecer hipotecas a personas poco solventes, sin empleo fijo y con pocos recursos económicos. Hipotecas que por tanto eran mucho más arriesgadas, pero también mucho más rentables por los tipos de interés más altos que se exigían por ellas[5]. De nuevo, los posibles riesgos se compensaban con las expectativas de futuras subidas en el precio de la vivienda (si una de estas hipotecas resultaba impagada, con vender la casa se recuperaría el dinero prestado e incluso se obtendría un beneficio). En contraposición a las hipotecas prime, que eran las más seguras, estas hipotecas con mayor riesgo de impago se denominaron hipotecas subprime. Hoy en día, también se les llama con el muy ilustrativo nombre de hipotecas basura.
Los sistemas de incentivos de los bancos contribuían a hinchar la burbuja, pues sus empleados ganaban generosas primas por hipoteca contratada. Sus incentivos se centraban en la cantidad de hipotecas, no en su calidad. De este modo, se produjeron ingentes cantidades de hipotecas basura. Y la búsqueda por parte de los bancos de nuevos clientes con los que contratar hipotecas no hizo sino hinchar cada vez más la burbuja inmobiliaria.
Aun así, durante unos años las cosas fueron bien para los bancos y para la economía en general. La gente iba pagando los plazos de sus hipotecas, y con el dinero de más que habían recibido gracias a las hipotecas del 100% aumentaron el gasto (comprando coches, contratando vacaciones, etc.); con esta reactivación de la economía, las personas que habían contratado hipotecas subprime lo tenían muy fácil para encontrar un trabajo eventual que les permitiera seguir pagando su hipoteca. Sin embargo, todo se basaba en el supuesto de que los precios de la vivienda seguirían subiendo.



ÍNDICE DE CAPÍTULOS: 




[1] Otra estadística afirma que en 2011, el 1% de la población más rica de Estados Unidos poseía el 20% de la riqueza (un dato similar al de 1928, justo antes de la Gran Depresión), mientras que en 1976, este mismo 1% tan sólo poseía el 9% de la riqueza del país.
[2] La Reserva Federal es el banco central estadounidense. El equivalente a nuestro Banco Central Europeo.
[3] La medida por antonomasia para estimular la economía a través de la política monetaria consiste en bajar los tipos de interés, con lo que se abaratan los préstamos y se fomenta la inversión.
[4] El Producto Interior Bruto de un país es la suma del valor de los productos elaborados en el interior del mismo a lo largo de un período, normalmente un año o trimestre.
[5] Como ya hemos señalado, una ley inexorable en Economía es que a mayor rentabilidad, mayor riesgo. Si un banco considera que hay más posibilidades de que un determinado cliente no pague un préstamo, le exigirá un mayor interés para compensar los riesgos que corre al prestárselo.