domingo, 22 de septiembre de 2013

ASTERIX Y OBELIX CONTRA LAS LEYES DEL MERCADO

Todos hemos leído críticas a nuestro sistema económico, a la voracidad de los mercados, a la especulación, pero seguro que ninguna de ellas es tan divertida (y pocas son tan ácidas) como la que se incluyó en un cómic supuestamente juvenil publicado en 1976: Obelix y compañía, el vigésimo tercer álbum de las aventuras de Asterix el Galo.

Vamos a desmenuzar en esta entrada el argumento de esta auténtica obra maestra, para haceros partícipes de su genialidad (y compartir la crítica que el autor hace del sistema). Ojo, vamos a destripar el guión del tebeo por completo, pero es tan bueno y tan divertido que aun así su lectura sigue siendo obligada... ¡No os lo perdáis!



Como ya sabréis, la serie de Asterix el Galo nos narra las aventuras de dos inseparables amigos, Asterix y Obelix, en la Galia ocupada por la Roma de Julio César a mediados del siglo I antes de Cristo. Ambos viven en una pequeña aldea que resiste al invasor gracias a una poción mágica de su druida Panoramix que los hace invencibles. En este tomo se nos narra uno de los intentos de Julio César de derrotar a los galos. En este caso, aconsejado por un joven graduado de la escuela imperial de administración, Cayo Coyuntural, el plan de César consiste en convertir a los galos en decadentes, ¿y cómo piensa conseguirlo? gracias al "afán de lucro". Es decir, donde la fuerza falla, triunfará el dinero.

En verdad, el plan de Cayo Coyuntural es maquiavélico: introduciendo el dinero en un plácido sistema económico basado en el trueque y utilizando las fluctuaciones del mercado como un medio para generar riqueza, espera convertir a los irreductibles galos en esclavos del sistema, artesanos, cazadores, campesinos, sastres, etc. Gente atrapada en una rueda de la que no puede escapar si quiere ganarse la vida (a fin de cuentas, ¿cuántos de nosotros no lo hubiéramos mandado todo a freír espárragos si no necesitásemos trabajar para ganar un sueldo con el que mantenernos?). Cayo Coyuntural, por supuesto, es el auténtico villano de la historia: un arribista recién salido de una escuela de negocios que pone en marcha un diabólico plan con el que de paso enriquecerse. Tantos años después este detalle puede pasar desapercibido, pero Cayo Coyuntural es en realidad una parodia del mismísimo Jacques Chirac, por aquel entonces (recordemos, año 1976) el joven primer ministro francés, pero que después continuaría su carrera política como alcalde de París (1977-1995) y Presidente de la República Francesa (1995-2007).


Cayo Coyuntural y Jacques Chirac, dos licenciados de la Escuela de Administración con grandes ambiciones políticas.

Veamos a continuación cómo se desarrolla el plan de Cayo Coyuntural. Para poner de manifiesto la enorme riqueza de conceptos económicos manejados en esta historia, los resaltaré en negrita a medida que vayan apareciendo en la historia:



I. CREACIÓN DE UNA DEMANDA ARTIFICIAL DE MENHIRES Y CONVERSIÓN DE LOS GALOS EN OFERENTES/PRODUCTORES.

Coyuntural se encuentra en el bosque con Obelix y se interesa por su menhir. Cuando le pregunta por un precio, Obelix afirma que no lo sabe, que simplemente lo cambia por otra cosa. Conociendo a los galos, podríamos decir que se mueven entre el trueque y una economía de subsistencia, en la que cada agente económico satisface por sí mismo sus necesidades (es cierto que Obelix intercambia sus menhires por otras cosas, pero también sabemos que para cuestiones básicas como la alimentación le basta con cazar jabalíes con su amigo Asterix). Por tanto, Coyuntural debe convencer al galo de la importancia del dinero, que le servirá para "comprar" cosas y, en definitiva, para ser una persona más "importante".



Finalmente, Coyuntural no sólo le compra a Obelix su menhir por 200 sestercios, sino que le dice que le comprará todos los menhires que pueda repartir. Obelix, que antes apenas trabajaba y vivía cómodamente, se encuentra ahora obligado a cumplir unos compromisos comerciales. Cuando Asterix le ofrece a Obelix ir de caza, éste le responde malhumorado que tiene mucho trabajo que hacer:



Al día siguiente, Obelix le lleva otro menhir a Cayo Coyuntural, pero éste le paga el doble que el día anterior debido a una subida de los precios. Obelix no entiende nada, e incluso mira al cielo buscando el sitio a donde han "subido" los precios. Cayo Coyuntural intenta explicarle que todo se debe a las fluctuaciones del mercado y a la interacción entre la oferta y la demanda:



Cuando Obelix vuelve a la aldea se da cuenta de que no puede comer, puesto que ha invertido el tiempo necesario para cazar un jabalí en fabricar un menhir. Como Asterix no le invita a comer, le compra su jabalí a otro vecino, Analgésix, avisándole de que le comprara cualquier jabalí que pueda cazarle. Observamos cómo, a la vez que el dinero hace su irrupción en la vida cotidiana de los galos, también comienza a introducirse una cierta división del trabajo: salvo excepciones, los galos satisfacían antes sus propias necesidades; ahora, algunos de ellos comienzan a especializarse (Obelix se dedica a fabricar menhires, Analgésix a cazar jabalíes...). Poco a poco, una economía de subsistencia con trueque se va convirtiendo en una economía de mercado.



jueves, 12 de septiembre de 2013

EL MERCADO DE BONOS EXPLICADO CON SENCILLEZ

(o OLVIDAD LA BOLSA, EL QUE IMPORTA ES EL MERCADO DE BONOS)

Aunque últimamente se haya corregido en parte esta tendencia con las informaciones que se dan sobre la prima de riesgo, llama mucho la atención la preponderancia que la Bolsa ha tenido sobre el mercado de bonos en los medios de comunicación.

En efecto, los principales periódicos y telediarios aportaban información puntual sobre la marcha de la Bolsa, la evolución de sus principales índices y la cotización de las acciones más destacadas. Pero al mismo tiempo, se le daba muy poca relevancia al mercado de bonos, a las subastas de deuda pública o a los tipos de interés pagados por los distintos títulos. Y sin embargo, el mercado de bonos es mucho más importante para nosotros que la Bolsa.

¿Y por qué es tan importante el mercado de bonos? En primer lugar, porque en gran medida es el que establece los tipos de interés a largo plazo para la economía en su conjunto. En segundo lugar, porque juzga diariamente las políticas económicas de los distintos gobiernos y tiene capacidad para castigarles subiendo el coste de su deuda (que básicamente es lo que lleva sucediendo en España desde hace unos años).

Para entender la importancia del mercado de bonos basta con identificar a sus principales actores:

  • Los principales emisores de los mercados de bonos son agentes económicos que necesitan grandes sumas de dinero, como las grandes empresas, pero por su importancia y por la cantidad de dinero que manejan, debemos destacar sobre todo a los gobiernos que emiten deuda pública.
  • Del mismo modo, los principales inversores en los mercados de bonos son los agentes económicos que mayores sumas de dinero manejan: fondos de pensiones, fondos de inversión, fondos soberanos... Estos agentes no solo mueven cifras gigantescas de dinero, sino que de ellos depende el bienestas y el futuro de millones de trabajadores y pensionistas del mundo entero.

Pero vayamos por partes. Para hablar del mercado de bonos es imprescindible saber qué se negocia en ellos, y para ello debemos hablar de los empréstitos. A menudo, los gobiernos y las grandes empresas necesitan sumas de dinero tan grandes que sería imposible encontrar un banco que se las prestase; en esos casos, recurren a la emisión de empréstitos.

En realidad, un empréstito no es más que un gran préstamo dividido en partes iguales. Cada una de estas partes se llama obligación. Las obligaciones son títulos-valores (como las acciones) cuyo comprador adquiere el derecho a percibir un interés periódico o acumulado y al que el emisor del título se compromete a devolver el importe del mismo en un plazo determinado. Siguiendo con la comparación con las acciones, mientras que éstas te convierten en copropietario de una empresa, las obligaciones te convierten en acreedor de un préstamo concedido a una empresa o país. Eso sí, el término obligación es demasiado teórico, los mercados financieros denominan bonos a los títulos de deuda, así que esa es la denominación que utilizaremos en el resto de la entrada.

En esta representación gráfica podéis ver una explicación simplificada de este proceso:


Fuente: www.finanzzas.com


Cada bono tiene un valor nominal, que es el valor oficial que se le da al emitirlo y que supuestamente es la cantidad que paga el comprador al adquirirlo (aunque puede venderse por menos si se emite con una prima de emisión). Los bonos también tienen un tipo de interés fijado en la emisión, pero el comportamiento del mercado de bonos puede hacer que los intereses reales percibidos por los poseedores de los bonos se alejen mucho del tipo de interés fijado por el emisor. Veamos cómo puede suceder esto explicando brevemente el funcionamiento de los mercados primario y secundario de bonos:
Mercado Primario: es el mercado de emisión, es decir, en el que los prestatarios ponen a la venta los títulos de deuda. Por ejemplo, el gobierno español podría poner a la venta en el mercado primario bonos de deuda a diez años con un valor nominal de 1.000 € y un interés del 5% anual. Esto significa que el comprador de un bono recibiría un interés de 50 € al año y al cabo de diez años se le devolverían los 1.000 € invertidos.
Mercado Secundario:  es el mercado de negociación, en el que los bonos van cambiando de manos. El comprador original de los bonos los vende a otros inversores, y estos los van vendiendo sucesivamente a otros posibles compradores. El comportamiento de este mercado secundario es el que puede tener un impacto clave en la economía:
Imaginemos un escenario en el que el mercado de bonos se asusta ante el enorme tamaño de la deuda pública española (que se acerca peligrosamente al 100% del PIB). En esta situación, los inversores empezarían a preocuparse por la posibilidad de que el gobierno español sea incapaz de devolver su deuda. En tal caso, el precio del bono español caería, ya que los inversores intentarían desembarazarse de él para comprar títulos más seguros.
De este modo, el bono que se emitió a 1.000 € en el mercado primario podría acabar vendiéndose por 800 € en el mercado secundario. En principio, al gobierno español no le afectan los vaivenes del mercado secundario, y seguirá pagando 50 € al poseedor de dicho título, sea quien sea. Sin embargo, ese poseedor ya no cobrará un interés del 5%, sino del 6,25%, ya que percibirá unos intereses de 50 € por un título que le costó 800 € (50/800=0,0625).
El problema para el gobierno español es que, cuando vuelva a acudir al mercado primario a emitir bonos, los inversores  no aceptarán intereses inferiores al 6,25%, lo que encarecerá enormemente el coste de la deuda. 
Como podréis imaginar, todo este proceso acabaría desencadenando un auténtico círculo vicioso en el que el pago de mayores intereses empeoraría el déficit, y este aumento del déficit provocaría nuevos aumentos en el tipo de interés pagado por la deuda. En esta coyuntura, o bien se renuncia a devolver parte de la deuda (lo que enfadaría mucho a los mercados), o bien se recortan las demás partidas de gasto o bien se suben los impuestos. ¿Os suena esta historia?

Además, como mencionamos al principio de la entrada, el mercado de bonos es también importante porque determina los tipos de interés a largo plazo de la economía. En efecto, teniendo en cuenta que los bonos de deuda pública son considerados los activos con más seguridad de los mercados financieros, los tipos de interés que se piden por ellos influyen en todos los demás. Por seguir con el ejemplo anterior, si al estado español se le pide un 6,25% de interés por sus títulos de deuda, ¿qué no se le pedirá a cualquiera de sus bancos o demás empresas, que en principio son prestatarios mucho menos seguros? Y como una cascada, los tipos pedidos a estas empresas repercutirán en el conjunto de la economía. De este modo, que la deuda española sea más cara que la alemana no sólo significa que el Tesoro Público alemán se financia de forma más barata que el español, sino que las empresas alemanas también lo hacen, con todas las repercusiones que eso tiene para la inversión, la actividad y el empleo.


Aunque los actuales bonos no tienen soporte físico, sino que son simples anotaciones contables registradas informáticamente, anteriormente sí que lo tenían, como ocurría con las acciones. Aquí tenéis un ejemplo de un bono del tesoro emitido en Estados Unidos en 1977 con los cupones que se adjuntaban para el cobro de intereses.

viernes, 6 de septiembre de 2013

POR QUÉ LA INDUSTRIA ES TAN IMPORTANTE (y POR QUÉ ESPAÑA TIENE UN PROBLEMA)

En la última entrada le echamos un vistazo a la estructura sectorial de nuestra economía y mencionamos el rápido proceso de desindustrialización que ha tenido lugar en España desde 1990, año en el que la participación de la industria en el PIB español era un 70% mayor que en 2012.

Cerraba la entrada afirmando que, a pesar de que el peso relativo de los servicios en los países ricos es mucho mayor que el de cualquier otro sector, la importancia de la industria es vital, y daba dos razones para ello: la productividad y la exportabilidad. Desarrollemos en esta entrada ese argumento.


La Importancia de la Productividad.

En una entrada anterior, cuando explicaba qué era la devaluación interna, definía la productividad como la relación existente entre la producción obtenida y los recursos empleados para ello, y afirmaba que lo más corriente era referirse a la productividad del trabajo, a la que podemos calcular como el cociente entre la producción obtenida y la cantidad de trabajo empleada.




En la industria, donde son mucho más fáciles la mecanización y el uso de procesos químicos y físicos, resulta mucho más sencillo aumentar la productividad que en los servicios. Por tanto, cuanto mayor sea el proceso de desindustrialización de un país, más difícil será aumentar la productividad de su economía.

Ahora, detengámonos a razonar esto un momento. Pensad en una planta productiva o una cadena de montaje. Es relativamente fácil aumentar la productividad de la mano de obra si se renueva la maquinaria, se rediseña la planta o se modifica la asignación de tareas. Sin embargo, pensemos en servicios típicos como pueden ser los de un masajista, una orquesta o un profesor:

  • Es posible que el masajista mejore su formación y se convierta en un auténtico experto, pero lo más probable es que eso repercuta en que sus masajes sean más satisfactorios, no más cortos.
  • Si los músicos de una orquesta aumentasen su habilidad en el manejo de sus instrumentos, de modo que pudieran tocar en quince minutos una pieza de veinticinco... ¿podríamos decir realmente que ha mejorado su productividad?
  • Sobre el papel, es posible aumentar la productividad de un profesor aumentando el número de horas lectivas y el ratio de alumnos por clase, pero inevitablemente se resentiría la calidad de su trabajo, tanto por el mayor número de horas lectivas como por la enorme cantidad de nuevos alumnos a los que debe atender (al aumento de alumnos por clase hay que añadir que ahora impartirá su materia a más clases). Y sí, con este ejemplo he arrimado el ascua a mi sardina... Emoji
Por supuesto, se puede aumentar la productividad reduciendo los salarios, que es lo que se está haciendo en España, pero intentemos centrarnos en aumentos "constructivos" de la productividad, que ya hay bastante gente que piensa en las otras formas de hacerlo...

También soy consciente de que estoy simplificando la realidad. Hay servicios en los que es posible conseguir grandes aumentos de la productividad: por ejemplo, las nuevas salas "escalonadas" de los multicines supusieron un incremento espectacular de la calidad y la productividad del servicio ofrecido; el desarrollo de internet y la informática ha supuesto también un enorme salto cuantitativo y cualitativo para servicios relacionados con la consultoría o las finanzas (aunque ya hemos visto a dónde nos han llevado muchas de esas "innovaciones")... Pero si pensáis en todos aquellos servicios que requieren una atención personalizada, estaréis de acuerdo conmigo en que en ellos es mucho más difícil aumentar la productividad que en la industria.
Un inciso: la mayor productividad del sector industrial es responsable en parte de su menor peso en el PIB de los países ricos. A medida que aumenta la productividad los bienes se abaratan, y dicho abaratamieto ha sido mucho mayor en la industria debido a su mayor productividad. Citando un ejemplo utilizado por el profesor Ha-Joon Chang en su libro 23 Cosas que No Te Cuentan sobre el Capitalismo, con el dinero que costaba hace diez años comprarse un PC (descontando la inflación) probablemente hoy se puedan comprar tres o cuatro ordenadores de potencia superior, de manera que en una casa es muy normal que haya varios ordenadores. Pero aun con varios ordenadores, es muy probable que la parte de nuestros ingresos que gastamos en informática haya bajado con respecto al pasado. En cambio, es posible que la parte de nuestros ingresos destinados a cortarnos el pelo sea igual o mayor que antaño. El resultado es que aunque parece que nos gastamos una mayor parte de nuestra renta en cortarnos el pelo y menos dinero en ordenadores que antes, lo cierto es que consumimos más ordenadores y nuestro consumo de peluquería sigue siendo el mismo.
 De igual modo, aunque nuestras fábricas produzcan más bienes que antaño, su peso en el conjunto del PIB es menor debido en parte a que su precio se ha abaratado mucho gracias a la productividad (por supuesto, esta no es la única explicación para el descenso del peso relativo de la industria, pero es uno de los factores que lo explican).