Aunque hemos hablado del euro a menudo, un aspecto que nunca
hemos mencionado son las similitudes que guarda con un sistema monetario
empleado en el pasado: el patrón oro. En efecto, fundamentalmente a través de
las consecuencias que tiene para los países que lo integran, el euro es una
especie de actualización del patrón oro que rigió el sistema monetario
internacional durante buena parte de los siglos XIX y XX.
El patrón oro era un sistema monetario por el que el valor de
cada unidad monetaria se fijaba en términos de una determinada cantidad de oro.
En este sistema, el banco central se comprometía a canjear los billetes que
emitía por la cantidad de oro a la que equivalían. De ahí que los billetes
antiguos incluyeran la leyenda “El Banco
XXX pagará al portador…”, porque quien tuviera un billete tenía el derecho
de acudir al banco central a reclamar la cantidad de oro que representaba ese
billete.
El nacimiento del sistema monetario del patrón oro está muy
relacionado con el del sistema de reserva fraccionaria del que hablábamos en
nuestra última entrada. Como recordaréis, los billetes nacieron como los
resguardos que emitían los orfebres para certificar que alguien había
depositado una cantidad de oro en sus cajas de seguridad. Pronto, estos
resguardos se aceptaron como medio de pago y dieron lugar a los billetes que
hoy conocemos.
Cuando los orfebres cayeron en la cuenta de que los dueños del
oro nunca acudían a retirarlo al mismo tiempo, comenzaron a prestarlo y a
emitir más billetes que el oro que custodiaban. Aunque esto permitió una gran
expansión del comercio y de la economía, también trajo una importante
inestabilidad. Precisamente para acabar con esta inestabilidad, evitando que se
emitiera dinero alegremente sin un respaldo real, se concedió el monopolio de
la emisión de moneda a determinados bancos, los bancos centrales, y nació el
patrón oro.
Tal y como se pretendía, el patrón oro aportó una gran estabilidad
al comercio y al sistema financiero internacional y prácticamente acabó con la
inflación. En la medida en que la inflación es un fenómeno monetario, si se
impide el crecimiento arbitrario de la cantidad de moneda en circulación se
estará eliminando una de las principales causas de la inflación. Este dato es
importante, puesto que explica por qué el patrón oro es tan defendido por
escuelas que dan una gran importancia al valor de la moneda y la lucha contra
la inflación, como la escuela austríaca. Además, las escuelas ultraliberales
defienden el patrón oro ya que la posibilidad de que el Estado pueda devaluar
arbitrariamente su moneda les parece un atentado intolerable contra la libertad
del individuo.
Pero el patrón oro también tenía sus inconvenientes, y la estabilidad que proporcionaba al sistema también se convertía en rigidez. Un relato maravilloso de las turbulencias que supuso la vuelta al patrón oro tras la Primera Guerra Mundial es el que realiza Liaquat Ahamed en Los Señores de las Finanzas, un libro que os recomiendo encarecidamente.
Por supuesto, podríamos escribir libros enteros sobre la
historia del patrón oro y su funcionamiento, pero lo que nos interesa para compararlo
con el euro es su efecto “disciplinario” sobre las economías. Expliquemos este
aspecto con un ejemplo y veamos sus similitudes con la situación actual en la
zona euro:
Supongamos la fabricación de máquinas de coser en la Europa de
finales del XIX. Si Alemania es más eficiente y fabrica máquinas de coser más
baratas que Inglaterra, lo normal en un mercado abierto es que los ingleses comprasen
máquinas de coser alemanas con sus libras esterlinas. Como la libra está
respaldada por oro, si los ingleses compran a los alemanes, en última instancia
están pagándoles con las reservas de oro del Banco de Inglaterra.
Si extendemos el ejemplo de las máquinas de coser a la
práctica totalidad de los bienes producidos por una economía, si Alemania es
más eficiente que Inglaterra y los ingleses compran los bienes alemanes por ser
más baratos, esto acabaría llevando al agotamiento de las reservas de oro
británicas. En este contexto, la economía británica tendría que endeudarse en
el exterior para sobrevivir, pero esta solución solo sería temporal, hasta que
los acreedores cobren conciencia de la situación y dejen de prestar o exijan
unos intereses prohibitivos. Por tanto, a largo plazo la única solución para
Inglaterra sería aumentar su competitividad para producir más barato que
Alemania y conseguir aumentar sus reservas de oro.
La forma ideal de aumentar la competitividad sería mejorar los
procesos productivos y la dotación de bienes de capital e infraestructuras,
pero hay un método más sencillo e inmediato: recortar salarios, y ese era el
método que solía seguirse.
¿Os resulta familiar esta situación? ¿No os recuerda a algo?
En efecto, el ejemplo imaginario que he puesto entre la Alemania y la Inglaterra del siglo XIX es aplicable, punto por punto, a la situación que se ha vivido en la eurozona desde el comienzo de la crisis (en realidad, desde antes, desde que los europeos comenzamos a comprar masivamente bienes alemanes ayudados en gran medida por la eliminación de las últimas barreras comerciales que supuso la llegada del euro).
Así, cuando países como España perdieron competitividad frente
a Alemania y vieron crecer su endeudamiento frente al exterior (algo que ocurre
automáticamente cuando se produce un déficit comercial), no pudieron recurrir a
la devaluación de la moneda (como sí hizo el gobierno de Felipe González en
1992 y 1993) y, en vez de optar por una política de aumento de la productividad
a través de la inversión y la investigación, llevaron a cabo una devaluación
salarial.
De este modo, aunque el euro no funciona como un patrón
monetario, sí que tiene efectos muy parecidos en la economía de los países y
hay autores que han definido el euro no como una moneda única, sino como un “patrón
oro reforzado”.
Otros, somos más ocurrentes y hablamos de “patrón euro”.
Hola Raúl,
ResponderEliminarSin duda muy buen post. Me ha encantado el ejemplo práctico que has puesto entre Inglaterra y Alemania. Por desgracia en la actualidad nuestro país está de capa caída casi desde 2007 y como bien dices, no hemos sido capaces de mantener una política de productividad. Esto se ha reflejado en la bajada de salario de casi la mitad de los sueldos de trabajos tanto cualificados como no cualificados en España. Yo estoy entre uno de ellos. Más de una vez he tenido que solicitar créditos rápidos para salir de algún apuro..
En fin, me encanta tu blog. Sigue así, un abrazo.
Muy buen análisis. Gracias por compartirlo :)
ResponderEliminarSaludos desde México!
Increíble información.
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