Un tema de candente actualidad es la privatización de la
sanidad. Recientemente, la Asamblea de Madrid aprobó la Ley de Acompañamiento
de los Presupuestos de la Comunidad de Madrid de 2012, que abre la puerta a la privatización de la gestión de seis hospitales públicos y un 10 % de los
centros de salud de la región.
El principal argumento de los defensores de la privatización
de la sanidad es el mismo que sostienen para todos los ámbitos de la economía: los mercados libres y sin trabas
gubernamentales son eficientes y, en todo caso, si aparecen errores siempre
será mejor la regulación natural del mercado que la intervención de un Estado
que actúa torpemente.
Desde mi punto de vista, aunque
opino que los mercados han de ser la base de cualquier economía próspera, está
claro que no se cumplen las condiciones suficientes para que funcionen de forma
óptima. En determinados sectores, como ocurre en la sanidad, las
particularidades propias de la actividad que se desarrolla son tales que es
imposible asignarla eficaz y eficientemente a través del mercado.
En el siguiente post,
intentaré explicar las razones económicas por las que el sector de la sanidad
no puede ser gestionado por el mercado. Para ello, me basaré en un famoso
artículo escrito en 1963 por el economista estadounidense Kenneth Arrow (premio Nobel de Economía en 1972), en el
que justificaba y explicaba las peculiaridades de la sanidad como actividad
económica:
- En primer lugar, afirma Arrow, al contrario que con otros bienes como la ropa, los alimentos o los automóviles, la demanda de servicios sanitarios es irregular e imprevisible. Podemos pasar años sin pisar un hospital y, por culpa de un accidente o una enfermedad sobrevenida, necesitar de repente y con urgencia una costosísima operación seguida de un no menos costosísimo tratamiento. Por supuesto, dado lo imprevisible y/o repentino de estos casos, lo normal es que una persona corriente no dispusiese de los fondos necesarios para pagar esos tratamientos.
Suponiendo que las
personas somos sujetos racionales (algo que, no nos engañemos, es mucho
suponer), una solución a este problema podría ser que cada persona ahorrase un
capital a lo largo de su vida para hacer frente a estos gastos. Sin embargo, esto
no serviría para las personas jóvenes, a los que no les habría dado tiempo a
reunir el ahorro suficiente.
Otra opción sería que
los hospitales y centros de salud permitieran “financiar” el coste de sus
servicios, como hacen los vendedores de coches, casas o electrodomésticos; sin
embargo, esta medida tampoco ofrece una solución óptima. Supongamos que el
enfermo muere. En muchísimos casos, la culpa de esta muerte no es culpa del
equipo médico, que sin duda habrá hecho todo lo posible para evitar este fatal
desenlace. Seguramente, no sería justo dejar que el hospital o centro de salud corriera
con los costes de la operación, pero… ¿acaso sería ético o estético obligar a
una familia a pagar los costes de una operación que no ha servido para salvar a
un ser querido?
Dados estos problemas, la única solución aparente a la
imprevisibilidad de la demanda sanitaria sería establecer un sistema de seguros
sanitarios. Este sistema, por supuesto, podría establecerse a través del
mercado, pero esto implicaría otros problemas: la selección adversa y el riesgo
moral.
•
La selección adversa implica que las
personas con más probabilidades de enfermar (principalmente, mayores e
individuos con problemas de salud) tendrán que suscribir seguros mucho más
caros para cubrir todas las posibles contingencias. El mayor precio de estos
seguros “expulsará” a muchas de estas personas del mercado y quedarán sin
protección sanitaria. Del mismo modo, las personas aparentemente sanas no
suscribirían ningún seguro y también quedarían desprotegidas.
La única solución a estos problemas sería que el Estado
interviniese creando un seguro público (como ocurre en España) u obligando a
suscribir seguros privados (como ocurre en Estados Unidos).
•
El riesgo moral implica que una vez que
una persona esté cubierta por un seguro actuará de forma más despreocupada,
acudiendo más al médico o haciendo un mayor uso de medicamentos, por lo que
acabaría haciendo falta un control del uso de estos servicios o un
racionamiento de los mismos.
A
diferencia de lo que ocurre con la selección adversa, el del riesgo moral tal y
como lo formuló Arrow es un problema que se presenta tanto en ámbito de la
sanidad privada como en el de la sanidad pública. De hecho, las recientes
medidas impuestas por la Generalitat de Cataluña y la Comunidad de Madrid de
imponer el pago de 1 € por receta tienen el nada disimulado propósito de frenar
el supuesto abuso por parte de los usuarios al acudir al médico para que le
recete medicinas a cargo de la Seguridad Social.
- En segundo lugar, sostiene Arrow, los servicios sanitarios no pueden probarse antes de utilizarse, como sí puede hacerse con un alimento, una prenda de vestir o un coche, por ejemplo. Una condición esencial para que los mercados actúen de forma eficiente es que la información sea inmediata y lo más amplia posible. Sin embargo, el sanitario es uno de los ámbitos en los que hay un mayor desequilibrio entre la información que maneja el demandante (el enfermo) y el oferente (el médico).
Por tanto, el paciente sufre serias limitaciones para
comparar distintos servicios médicos y comparar sus resultados. Por si esto no
fuera suficiente, la capacidad de raciocinio de un enfermo o accidentado puede
estar seriamente limitada: aunque la enfermedad o el accidente no hayan mermado
sus facultades mentales, el peligro de perder la vida no es el ámbito más
adecuado para tomar decisiones difíciles.
Por estas razones, la sanidad es un sector cuyo funcionamiento
no puede dejarse en manos del libre mercado como sí ocurre con otros sectores básicos
como la alimentación o el ocio. De este modo, el sanitario es uno de los
sectores más intervenidos en todas las economías del mundo. En muchos países, a
través de estrictas regulaciones; en otros, siendo suministrada por el Sector Público.
En principio, la Comunidad de Madrid admite estos supuestos ya
que no “liberaliza” el sector sanitario, sino que privatiza la “gestión” de los
hospitales y centros de salud. Su argumento principal es que la gestión privada
es, por definición, mucho más eficiente que la gestión pública. Sin embargo,
esto plantea varios interrogantes:
a)
Cuando el dirigente de un partido político que
lleva gobernando más de cuatro legislaturas en una administración afirma que la
gestión pública no puede aspirar a ser más eficiente que la gestión privada,
¿no está reconociendo su propio fracaso?
b)
Dado que las empresas privadas que desarrollan
una actividad buscan legítimamente obtener un beneficio, ¿es ético dejar que
obtengan este beneficio en un servicio público tan vital como la sanidad
teniendo en cuenta las implicaciones que puede tener un recorte de costes en
esta actividad?
c)
Si el modelo de privatización de la gestión de
la sanidad fracasa como ocurrió en la Comunidad Valenciana con el modelo Alzira,
¿correrá el contribuyente con los gastos? ¿cuál sería entonces el coste de esta
gestión privada?
Si bien estoy de acuerdo con el árticulo en si, sin embargo no lo estoy con una frase, los mercados libres no serian mas eficientes, solo serian mas productivos, la calidad viene determinada por organismos oficiales en la mayoria de los árticulos, no solo eso si no que en casos en que ocurre una fatalidad de cualquier tipo a la hora de pagar indemnizaciones tambien las suele fijar un organismo oficial (muchas veces el desembolso lo realiza el propio estado y algunas nunca le es devuelto), un libre mercado como el que buscan muchos daría como resultado una perdida en las calidades de los productos.
ResponderEliminarNunca he entendido muy bien en que se basan para decir eso, me surgen preguntas ¿Un libre mercado sin intervención de ningun gobierno no daria como resultado que si hipoteticamente muriesen diez mil personas el estado estaría incapacitado para pedir responsabilidades? ¿Sin controles por parte del estado se puede asegurar la seguridad digamos en un juguete o incluso en farmacos o alimentos? ¿No, nos llevaria a la desregularización de armas, drogas, venenos, incluso elementos tan peligrosos como el uranio o agentes bacteriologicos, etc? ¿Incluso la misma ecónomia no se veria destruida al no haber un sueldo minimo establecido por el estado?, Son cuestiones que siempre me han llamado la atención porque hay verdaderos defensores de este sistema en EEUU y parece ser que el futuro economico sera ese, curiosamente pienso que los paises que muestran menos intervención por parte del estado como pueda ser la India o Taiwan es cierto que aumentan su economia enormemente, pero creo que en un futuro estas tornas cambiaran y dejaran de ser paises productores, exactamente como le ha ido pasando a Europa y EEUU que de ser productores pasaron a ser paises gestores,¿No llevaría eso a una caida del mercado? ¿No llevaría un cambio en los roles en vez de a una solución global como predican muchos de los defensores? Si hay alguna entrada en el blog en el que me pueda explicar estos interrogantes o si piensa escribirla estaría muy agradecido con una respuesta a este comentario. Gracias por su interes en hacer mas comprensibles ciertos conceptos a algunos de nosotros.
Muchas gracias por tu comentario, y discúlpame si he tardado en responder. En ocasiones, estoy liado con el trabajo y no me doy cuenta de que ha habido algún comentario en el blog.
ResponderEliminarGracias también por tus últimas palabras. Una de mis intenciones al escribir el blog es que gente que no sepa nada de Economía pueda comprender ciertos conceptos que se han hecho muy cotidianos pero que no por ello son comprendidos por la gente de la calle (mercados financieros, prima de riesgo, apalancamiento, etc.).
Con respecto a la frase que comentas, "los mercados libres son más eficientes", no estoy de acuerdo con ella. La incluyo como muestra del ideario liberal, que no comparto en absoluto. Una de las características de la Economía es que es una ciencia social e inexacta, por lo que todo lo que huela a dogma o verdad absoluta sólo la puedo calificar como una sentencia pseudoreligiosa.
Como creo haber dicho en alguna entrada, yo creo que los mercados deben ser la base de la economía, porque proporcionan un método "automático" para asignar los recursos productivos entre distintos usos. El problema es que el mercado ideal, aquel que asigna de la forma más beneficiosa y eficiente, no existe. Precisamente esta entrada estaba dedicada a enumerar de forma muy básica por qué la sanidad es un "bien" que no puede ser suministrado de forma satisfactoria por los mercados si se dejan a su libre albedrío (y de hecho, no se hace. La campaña privatizadora de la Comunidad de Madrid no pretende someter la asistencia sanitaria a las leyes del libre mercado, sino que pretende ahorrar costes al tiempo que algún enchufado se forra con subvenciones millonarias. Así de claro).
Al no existir el mercado ideal, los mercados reales tienen "fallos", y ahí es donde debe intervenir el Estado, ya sea con regulaciones o con una participación activa como agente económico. Los ejemplos que citas son muy ilustrativos de la necesidad de una regulación, pero esta es aplicable en mayor o menor medida a todos los mercados (otra cosa bien distinta es ahogar a las empresas con burocracia e infinitas regulaciones que no las dejen ni respirar, por supuesto).
Con respecto a próximas entradas, tenía previsto escribir dentro de poco una entrada similar a esta de la sanidad en la que explico por qué es necesario regular los mercados financieros y la actividad bancaria. La tengo prevista desde hace meses (incluso la tenía bastante estructurada en mi cabeza), pero entre unas cosas y otras la voy retrasando. En cuanto tenga tiempo me pondré con ella.
¡¡Gracias!!